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MUJER SABIA, DIA 12: ESCUCHA A DIOS

DEVOCIONAL DE ESTUDIO Y ORACIÓN: MUJER SABIA


DIA 12: ESCUCHA A DIOS


Leamos el siguiente versículo: Cesa, hijo mío, de escuchar la instrucción y te desviarás de las palabras de sabiduría. Proverbios 19:27

Este versículo nos indica que debemos escuchar, vamos a empezar a establecer la diferencia básica que existe entre oír y escuchar.

Veamos las definiciones:

oír: tr. Percibir con el oído los sonidos.

escuchar: tr.Prestar atención a lo que se oye.

Muchas veces oímos (percibimos los sonidos), pero no escuchamos (no prestamos atención). Oír es algo que ocurre sin que lo controlemos, ¡hasta dormidas podemos oír! Tal es así que por eso ios despertamos con la alarma del reloj o del teléfono,o con el llanto de un hijo en la noche. Es un sentido que se activa por sí solo ante la presencia de sonidos. Sin embargo, escuchar es un proceso más complicado, escuchar significa poner atención y estar concentradas.

Sin embargo, escuchar, escuchar de verdad,es difícil cuando las posibles distracciones saltan a los oídos cada cincuenta milésimas de segundo, y las vías en el cerebro están a la espera de interrumpir su atención para advertirle de los posibles peligros.


Quiero que la gente me escuche, pero en múltiples ocasiones solo oigo a los demás. Si queremos que nos escuchen, tenemos que aprender a hacerlo nosotras también, y esto incluye hasta nuestros hijos pequeños! Sé que no es fácil, créeme. Sin embargo, vale la pena, porque escuchar tiene altos dividendos


En el capítulo 1 del Libro de Proverbios, donde se nos hace una pequeña introducción, dice así:«Que el sabio escuche estos proverbios y se haga aún más sabio...»(v.5,NTV). Es una especie de círculo: el sabio entiende que escuchar le hace más sabio todavía.


El apóstol Santiago, que tanto nos habla de la lengua, captó bien este concepto: «Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser 'rápidos para escuchar', lentos para hablar. (Sant. 1:19, NTV). Para llegar a ser mujeres sabias tenemos que ser maestras en el arte de escuchar. Pero, ¿por dónde comenzamos? :Cómo nos convertimos en sabías por escuchar? Tenemos que empezar por aprender a escuchar a Dios.

Nuestra relación con Dios muchas veces parece más que nada un monólogo. Le hablamos sin parar, le presentamos largas listas de necesidades, sueños, deseos, problemas. Cuando terminamos, decimos «amén» y nos vamos de regreso a nuestras tareas.


Ahora hagamos un ejercicio de imaginación. Imagina que tienes dos sillas. En una estás tú sentada y en la otra está Dios. Llegas a conversar con Él, pero no le dejas hablar porque necesitas exponerle tu lista. ¡Es súper importante! Él te escucha pacientemente. No revisa el teléfono, ni mira el reloj, ni bosteza, ni siquiera se mueve. Está allí, escuchándote, tal y como tú quieres.


Por fin terminas con tu lista, y pareciera que es el turno de Dios para hablar. Pero no! Te levantas y cortésmente le das las gracias por su atención, y le comentas apurada que tienes otra larga lista, esta vez de cosas por hacer, por lo tanto, tu tiempo con Él se ha terminado. Te despides hasta el próximo encuentro y te vas, dejando a Dios sentado en Su silla, sin proferir una palabra. Muy a menudo tú y yo no dedicamos tiempo a escucharle. El encuentro se reduce a que Él nos escuche a nosotras.

iQué locura! ¿Qué nos ha hecho pensar que hay algo más importante que escuchar a Dios? Si, es muy probable que no escuchemos Su voz audible de este lado de la eternidad, pero Dios tiene varias maneras de hablarnos, si nos detenemos a escucharle.


El problema está en que en este mundo agitado en que vivimos no queremos hacer tiempo para escuchar a Dios. Queremos de Él lo mismo que podemos conseguir con tocar una tecla, deslizar el dedo por una pantalla o pedir en la ventanilla del auto. ¡Respuesta instantánea! Queremos oirle, pero no escuchar; porque recuerda, escuchar implica prestar atención.


Lo interesante es que Dios anhela que le escuchemos. Mira lo que dice este pasaje del Libro de Salmos:«iOh,si mi pueblo me escuchara! ;Oh,si Israel me siguiera y caminara por mis senderos!» (81:13,NTV). Está en el corazón de Dios que le escuchemos, que le prestemos atención. Entonces, cómo lo hacemos?

Bueno, quisiera poder darte una fórmula, tres pasos y ya, pero no es así. A Dios no podemos meterlo en una caja ni mucho menos en una lista. Sin embargo, Él ya nos ha dado un lugar donde podemos conocerle, donde nos revela quién es, nos cuenta de Sus planes, nos da su consejo. Ese Lugar es la Biblia. Cada vez que la tomes en tus manos pídele que te hable y que te dé un corazón que escuche.

No termines tu tiempo a solas con Él antes de estar convencida de haberlo escuchado. Dios nos promete en Su Palabra que cuando clamamos a Él, nos responde; nos dice que, si lo buscamos, lo encontraremos. Él hace Si parte, hagamos nosotros la nuestra.


AnJesús no le importa tanto lo que podamos hacer por Él como la relación que pueda tener con nosotras. No nos distraigamos y hagamos un alto para escuchar.


Y claro, como ya definimos que escuchar es prestar atención, es evidente entonces que este «escuchar tiene sus implicaciones.

Es necesario analizar, considerar, interiorizar lo que escuchamos.


Cuando estés en tu tiempo a solas con el Señor, en un servicio de tu iglesia, un estudio bíblico, una conferencia, entre otros, toma notas.


Anota para que puedas repasar lo escuchado y luego ponerlo en práctica, de nada vale quedarnos solo en la primera parte.


Dios nos enseña claramente que, si no aplicamos lo aprendido, nos estamos engañando a nosotras mismas; al mismo tiempo, hay sabiduría y buenos resultados si decidimos obedecer, escuchar:

<Sed hacedores de la palabray no solamente oidores que se engañan a sí mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz éste será bienaventurado en lo que hace. >(Sant. 1:22-25).


Jesús nos enseñó que escucharle a Él y por consiguiente, sus palabras, es una ecuación directamente proporcional. Mientras más escuchemos con atención, más comprenderemos. En una ocasión

cuando hablaba a los que le seguían, les dijo:«Presten muchavatención a lo que oyen. Cuanto más atentamente escuchen, más entendimiento les será dado, y se les dará aun más. A los que escuchan mis enseñanzas se les dará más entendimiento, pero a los que no escuchan, se les quitará aun lo poco que entiendan»(Mar.4:24-25,NTV).

De manera que, si decidimos en nuestro corazón escuchar diligentemente, recibiremos cada vez más comprensión de las verdades que Dios nos revela.


TRABAJO PERSONAL


Busca en tu Biblia cada versículo descrito en el tema de hoy, cuál fue el que más llamó tu atención o habló a tu vida, resaltalo y escríbelo en tus notas, devocional o en tu diario personal.

Tomate unos minutos y pregúntate: estoy escuchando a Dios? O estoy oyendo a Dios?

Qué diferencia encontraste entre oir y escuchar a Dios?

Haz una oración donde le cuentes a Dios si lo estás escuchando u oyendo, y donde hagas un pacto con Él para escucharlo desde ahora en adelante.


Basado en MUJER SABIA de Wendy Bello


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